Angélique Barbérat se adentra en el mundo de las casualidades con El instante preciso en que los destinos se cruzan.
Esta es una de las novelas a las que me acerco sin saber nada sobre ella: ha sido una propuesta de Edición Anticipada y también toda una sorpresa. La he leído en muy pocos días y ha aparecido en el momento preciso ya que el argumento coincide plenamente con el tema que estaba tratando en clase cuando que me la enviaron. Lo cierto es que toda la novela es una suerte de serendipia que se encuentra a lo largo de las páginas, y vamos a ver por qué.
Esta es la historia de dos personas que apenas se encuentran en unas pocas páginas de la novela, aunque sus vidas y cada uno de los movimientos que realizan los están llevando inevitablemente el uno hacia el otro. Esta es la historia de dos maltratos que terminan de manera muy diferente. Y esta también es una historia de amor muy particular, que se impone a pesar de prácticamente todo.
Hace un par de semanas estaba tratando en clase con mis alumnos el tema de la violencia machista: esos días vimos un documental, hablamos del maltrato que sufren y han sufrido muchas mujeres, me contaron sus experiencias personales, algunas de ellas realmente duras, e incluso analizamos el sexismo en el lenguaje y en la sociedad, haciendo también hincapié en algunas exageraciones en las que se está cayendo de manera ridícula. Y en ese contexto apareció esta novela. En ella se narra la vida de sus dos protagonistas: Kyle y Coryn. Kyle es sólo un niño cuando encuentra a su madre muerta sobre la cama a causa de una paliza que le ha dado su padre. A partir de ese momento y, a pesar de su corta edad, toma la madura decisión de recuperar cada recuerdo hermoso que tiene de su madre para convertirla en la guía de su vida. Y realmente lo consigue ya que el amor que le inculca por la música hace que con el paso de los años se convierta en el líder de un grupo que triunfa por todo el mundo. Por otro lado, y de forma paralela, conocemos a Coryn: la única niña entre diez hermanos, buena estudiante, con inquietudes intelectuales y ganas de aprender. Pero vive en un barrio marginal de Londres, sus padres tienen una mentalidad retrógrada y en cuanto cumple los dieciséis años la sacan del instituto para que comience a trabajar en una cafetería. Y se resigna, y trabaja. Pero el destino le tiene preparado algo mucho peor que el hecho de no poder estudiar ya que su padre le encarga al dueño de la cafetería que en cuanto aparezca un hombre de buen aspecto que se fije en su hija él sea avisado. Y aparece Jack, y avisan al padre de Coryn. Y con diecisiete años la casan con él. Y la primera bofetada no tarda en llegar. Después le siguen otras muchas, las violaciones, las palizas, sus tres hijos y las ganas de desaparecer.
Kyle vive de gira pero cuando descansa de sus conciertos lo hace en San Francisco. Allí su hermana Jane ha fundado un hogar para mujeres maltratadas que se llama La Casa. Coryn y Jack dejan Londres para mudarse a Estados Unidos tras cinco años de casados. Una mañana Malcom, el hijo mayor de Coryn, se escapa de la mano de su madre para perseguir una pelota y va a parar a las ruedas del coche de Kyle. Serendipia. En el hospital Kyle observa cómo Jack trata a su hijo y a su esposa y se da cuenta de algo que los demás no pueden ver, así que decide darle a escondidas a Coryn una tarjeta con el número de teléfono de La Casa. Se despiden sin despedirse y se vuelven a encontrar en numerosas ocasiones pero sin verse. Coincidencia.
No desvelo más del argumento. Voy ahora con la forma. El tema que trata la novela es duro, muy duro, pero la narración no lo es: no quiero decir con esto que pase por el maltrato de puntillas sino que no se detiene en los detalles escabrosos. En ocasiones es inevitable contar lo que sucede: cuando Jack viola a Coryn a los tres días de dar a luz y le provoca un hemorragia que casi la mata hay que contarlo, pero la autora no ahonda ni se regocija con el morbo. Hasta la mitad de la novela los capítulos se van alternando entre los protagonistas pero llega un punto que la casualidad ha hecho que la vida de ambos tenga tanto en común que los capítulos también comienzan a ser comunes.
Quizá resulte poco creíble, quizá se espera un final diferente, pero a mí me ha sorprendido el tratamiento de una de las mayores lacras que soporta la sociedad. Y absolutamente todo el mundo debería leer un libro como este. Para no girar más la cabeza hacia otro lado, para que nos demos cuenta de una vez por todas de que este es un problema de todos.
El instante preciso en que los destinos se cruzan
Angélique Barbérat
464 páginas
Editorial Grijalbo
Gracias a la editorial por el ejemplar.
Estoy segura que nos vendrá bien leer este libro.
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Pues anímate!!
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Pues nada, si lo recomiendas lo leeré. El problema es que no es para leerlo en cualquier momento. Hay que buscar el momento apropiado. Gracias por la reseña. 😉
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Busca ese momento. Ya sabes que no todos los libros tiene que gustarnos, sin embargo, este es muy revelador, independientemente de la historia de amor de los personajes.
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María, gracias por la reseña. Cierto que es un tema duro pero precisamente por eso se debería de tratar de forma más natural. Estoy segura que así es cómo lo has tratado con tus alumnos.Gracias esperando la próxima
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Yo, que no creo demasiado en este tipo de casualidades, en este caso no me ha quedado más remedio que rendirme a la coincidencia de que el tema de clase y el del libro eran el mismo, con toda su crudeza. Me hubiese gustado que esas clases con alumnos de quince años las presenciara todo el mundo: más de uno se quedaría sorprendido de la madurez con la que estos estudiantes afrontan situaciones más que complicadas.
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