Donato Carrisi sorprende con una novela inquietante, adictiva y oscura.
Lo anunciaban como el thriller del verano, y se quedaron cortos. Hace unos meses descubrí que finalmente iba a ser editada en castellano esta novela que ya llevaba en Italia más de un año, y no me pude resistir. Todo el que siga este blog ya sabrá que Donato Carrisi me gusta mucho, no en vano he reseñado ya El tribunal de las almas y El cazador de la oscuridad. Esta historia es independiente de las anteriores, es diferente y es espectacular. Vamos con ella.
Imaginemos un pueblo perdido en la niebla, con pocos habitantes, muy devoto y con una comunidad que peca con su falta de pecados: no necesitan a nadie del exterior, ni siquiera a un sacerdote ya que ellos mismos han administrado su iglesia y sus sacramentos. Todos buenos, casi santos. Hasta que una tarde Anna Lou desaparece.
Conoceremos los hechos a través de saltos al pasado y con la dosis exacta de información, lo que provoca que sea imposible parar de leer. A mí me duró un día. Para el lector la historia comienza dos meses después de la desaparición de Anna Lou, cuando llaman de madrugada al psiquiatra Flores para que ayude en un caso: el agente especial Vogel ha tenido un accidente de tráfico del cual ha salido ileso, pero su ropa está llena de sangre. Parece hallarse en estado de shock y el doctor intentará sacarlo del trance y que le cuente qué es lo que ha ocurrido. Es a partir de entonces cuando Vogel irá desgranando su propia versión, tal y como él la ha vivido, de la resolución del caso de la joven Anna Lou.