La ciudad de la lluvia, Alfonso del Río

Hoy os traigo la reseña de una novela que leí hace unos meses. Es una historia llena de historias, en la que confieso que me costó mucho entrar. Pero lo cierto es que, una vez finalizada, me gustó, aunque no me entusiasmó. Ya sabéis que cuando comencé el blog dije que siempre sería muy sincera con las reseñas de los libros: no sirve de nada mentir o recomendar una novela que no te ha gustado. Creo que cuando me encantan y me dejan huella se me nota, y cuando no, también. Esta vez es una del segundo grupo. Yo os cuento el argumento y mis impresiones y después decidís.

Empecemos por el principio, aunque en esta ocasión es un poco más complicado que de costumbre, hay muchos saltos en el tiempo y el espacio, también en la narración, incluso en la tipografía, varias historias discurren de modo paralelo, en el presente de la propia novela (que son los años ochenta) y también en su pasado (comienzo de los años cuarenta). En fin, que la estructura es compleja, y hace falta avanzar en la historia para ubicarse con claridad. Y los protagonistas son varios, en ambas épocas. Vayamos por partes.

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Nosotros en la noche, Kent Haruf

Jamás pensé que las redes sociales fueran a darme alegrías; era de la opinión de que tanta foto falsamente conseguida no llevaba a ninguna parte, pero me equivocaba. Y tengo que darles las gracias a mis alumnos, ellos me enseñaron que lo de los seguidores no era algo propio de adolescentes y que había todo un mundo por conocer. Así, descubriendo que existe una comunidad dedicada a los libros encontré la página Leer es vivir dos veces. Leo todo lo que publica, apunto cada libro que recomienda, y nunca falla. La novela de la que os hablo hoy la leí gracias a Gabriel, el profesor universitario que se encarga de darle vida al blog: pasad a echarle un vistazo, os aseguro que os vais a quedar.

Nosotros en la noche es la novela más deliciosa que he leído en mi vida, y la prosa de Haruf llevaba esperándome más tiempo del que soy capaz de imaginar. Tengo otras dos novelas suyas en la recámara que voy a intentar dosificar, porque escribe para que sus historias sean paladeadas, y no devoradas. Me cuesta enfrentarme a las reseñas de las obras que me dejan huella: me imponen, me abruman, las palabras se atascan y sólo soy capaz de suspirar mientras las rememoro. Pero lo voy a intentar.

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