Hay semanas que deberían pasar como segundos y días en que es mejor no levantarse de la cama, con la esperanza así de no enterarse de nada. Eso me sucedió a mí ayer y supongo que a muchos de los que hoy estáis leyendo estas líneas. Porque ayer se despidió para siempre una parte de la historia de este país: ayer se fue Antonio Fraguas, Forges. Y digo una parte de la historia porque él supo plasmar como nadie quiénes somos: cada día, con su viñeta, nos ponía ante un espejo que reflejaba nuestras vergüenzas y también las mayores virtudes. No dejó tema sin tocar y sin dibujar: educación, política, feminismo, corrupción… y siempre lograba sacar una sonrisa en el rostro de aquellos que nos asomábamos a la página de opinión de El País.
Forges
