Llevaba unas cuantas semanas con lecturas de lo más intensas, y a veces el cuerpo te pide cambiar, refrescar las ideas y leer algo que no te haga darle demasiadas vueltas a cada palabra. Así que cuando desde Maeva me propusieron esta lectura dije rápidamente que sí. Se presentaba como una novela optimista, llena de humor y recomendada para aquellos a quienes Los ojos amarillos de los cocodrilos les hubiera gustado. Y a mí aquella trilogía indefinible me encantó. De modo que me lancé a su lectura y el libro me duró una tarde, son 200 páginas que vuelan siguiendo las peripecias de una mujer que no está pasando por su mejor momento, aunque todo apunta a que las cosas van a cambiar…
Es una novela sencilla, no lo voy a negar, pero aun así toca varios temas que darían mucho de sí: las relaciones materno-filiales, la soledad, el modo de afrontar la vejez, la amistad, la solidaridad o las oportunidades que parecían perdidas. Nuestra protagonista es una suerte de Bridget Jones a la que le suceden los hechos más insólitos, pero nunca se rinde y consigue darle la vuelta a los problemas.