Un amor, Alejandro Palomas

Hay novelas que merecen ganar mil premios y ser leídas por todos los ojos; merecen ser devoradas o paladeadas, según tengamos el día; merecen que las leamos en la cama, huyendo del frío, o en una terraza, buscando algún rayo de sol que nos ilumine. Son esas que dejan resaca, las que logran que no vuelvas a leer otra cosa en días, porque lo que has sentido ha sido tan intenso, tan de verdad, que parece que abrir una novela nueva sea una infidelidad. Hay personajes que se ajustan tanto a la medida de un lector que se convierten en familia, y qué familia. Todo eso es Un amor. Y esto no ha hecho más que empezar.

A estas alturas estoy segura de que todo el que esté leyendo esta reseña ya sabe que Alejandro Palomas ha sido el ganador del Premio Nadal 2018 con Un amor. Y yo no puedo alegrarme más porque es uno de mis autores favoritos. Tiene un estilo particular y delicioso, que acaricia y hiere a partes iguales, que enamora como pocos. Destaca por su sencillez, su elegancia, por mostrar los sentimientos sin pudor: araña el corazón y luego lo cura. A mí me conquistó hace unos años con Una madre, la carta de presentación de unos personajes que desde entonces se han quedado conmigo. Repitió con ellos en Un perro y lo hace de nuevo en esta novela. Siempre recomiendo que se lean en orden pero esta vez no es necesario: ha sabido dosificar la información y manejar los saltos en el tiempo con una precisión tal que quien ya conozca a Amalia en esta novela descubrirá cosas nuevas, y quien no la conozca que se prepare, porque ya no va a poder olvidarla.

Estas novelas son los recuerdos de una familia y de lo que les sucede en un día. Porque, aunque parezca mentira, la acción transcurre en poco más de veinticuatro horas pero las analepsis son constantes y el autor las domina a la perfección. Voy a centrarme en Un amor y en lo que en ella sucede: una boda. Esta familia está formada por Amalia, la madre, una mujer que es todo corazón, y generosidad, y también decir lo primero que se le pasa por la cabeza, y cambiarle los nombres a casi todo el mundo, y preguntar, preguntar mucho. Está divorciada de un hombre al que en las otras dos novelas apenas se le nombra pero que en esta tendrá sus momentos. Y tiene tres hijos: Fer, el narrador, Silvia, la hermana mayor, y Emma. Esta última es la que se casa, después de haberlo pasado fatal en sus anteriores relaciones por fin ha encontrado a la mujer con la que compartir su vida. A partir de aquí lo mejor es ir descubriendo poco a poco lo que les sucede y lo que no a todos, porque forman un conjunto indivisible, son una familia en el sentido estricto del término, estar con uno de ellos es estar con todos y eso los hace maravillosos.

Confieso que me he reído con esta novela como hacía tiempo que no me pasaba, ha habido momentos en los que he tenido que parar de leer porque las carcajadas no me dejaban continuar y eso me encanta. También he tenido que parar para no seguir llorando. Y todo esto puede suceder en la misma página: es parte de la magia de Alejandro Palomas, que te lleva y te trae en una montaña rusa de sentimientos de la que no quieres bajar.

Hay tanto que aprender de estos personajes, son tan buenas las lecciones que dan sin pretenderlo, lecciones de paciencia, de cómo cometer errores y enmendarlos, de sobrevivir a los horrores y a los aciertos, de perdonar y de no olvidar, de querer y de amar. Hace menos de una semana que la terminé y ya los echo de menos a todos.

Y qué decir de su autor: siempre que ha venido a Salamanca he ido a escucharlo porque es un absoluto placer. En las presentaciones de sus libros es sincero, cercano, divertido, atento y muy honesto. En mayo regresa y yo repetiré.

Lo mejor de sus novelas es descubrirlas, y después, saborearlas. Siempre hay hueco para un poquito más. No sé si Amalia volverá, yo espero que no se vaya nunca.

Un amor 

Alejandro Palomas

464 páginas

Ediciones Destino