Estoy sobreviviendo a la resaca futbolera por la que pasa el país y la oleada de lluvia que parece no querer marcharse. Y así, entre gotas que entristecen los cristales de las ventanas y el final de curso, he decidido hacer un viaje literario que me ayude a evadirme de tanto drama y tanta euforia: me he ido a Roma de la mano de Javier Reverte. Y la experiencia ha sido excepcional.
La he visitado muchas veces y tengo mis lugares predilectos en la mente, pero este libro me ha mostrado rincones nuevos y me ha enseñado a apreciar otros que ya conocía. Un otoño romano, más que un libro de viajes, es un libro de estancia, la que disfrutó el autor durante tres meses en la Ciudad Eterna alojado en la Real Academia de las Artes Española, situada en el Gianicolo, muy cerca del famoso barrio del Trastevere. Y sí, es cierto que alojarse ahí seguramente hace que la ciudad brille más, pero no es necesaria una residencia de lujo para disfrutarla.
Este texto nos lleva de paseo, con tranquilidad, con una mochila al hombro y ganas de observar, aprender y sorprenderse. Cada día el autor sale con la intención de mostrarnos lo mejor de una de las metrópolis más impresionantes del mundo, una de las más antiguas y una de mis favoritas. Desde el Campo dei Fiori hasta los Museos Vaticanos, pasando por catacumbas, termas, y multitud de iglesias que esconden en su interior auténticos tesoros, Javier Reverte nos va guiando a través de las callejuelas y los monumentos, con la intención de hacernos partícipes de sus pasos. Nos cuenta dónde come, y qué elige, recomendando restaurantes o pequeñas trattorias que se encuentran por casualidad a la vuelta de una esquina; nos descubre que cualquier momento es propicio para entrar en el Panteón, porque merece la pena verlo de día o cuando ha anochecido, con la luz del sol y con la lluvia cayendo por el óculo… Lo dicho, en cualquier momento. Yo, personalmente, he ido apuntando en un pequeño cuaderno lo que recorre en cada una de sus jornadas, anotando los lugares en los que para, en los que descansa y en los que repone fuerzas. Y aunque creo que no pretende que este libro sea una guía de viajes al uso, también es cierto que se puede aprovechar para tal fin, pues qué mejor que visitar un lugar acompañado de quien lo conoce. Coged un mapa y marcad los sitios por los que pasa, especialmente aquellos que repite, seguro que merecen la pena.
A medida que se va leyendo es inevitable enamorarse poco a poco de esta ciudad, de igual modo que las ganas de visitarla se apoderan de cualquiera. Y supongo que no importa demasiado si se es viajero o turista: cada uno disfruta de sus lugares preferidos como quiere.
En fin, por si no había quedado claro, recomiendo Un otoño romano, da igual si ya se conoce la ciudad o si se desea conocerla, ni siquiera importa si no se tiene intención de ir nunca: esta visita literaria bien vale la pena.
Un otoño romano
Javier Reverte
320 páginas
Plaza y Janés
Es verdad que Roma es una ciudad preciosa, yo la conocí hace dos años y puedo asegurar que me impresionó mucho. Seguro que leer el libro es tan interesante como conocer la ciudad.
A mí no me importaría volver.
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Me parece que ya sé con quién fuiste a ese viaje…
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María, entonces,seguiré tu consejo por si algún día puedo visitar la cuidad. Como siempre haces que nos enamoremos del libro sin leerlo
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Seguro que algún día la visitarás y de lo que te vas a enamorar es de Roma 😄
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