Club de lectura: El corrector

Empezamos la sesión con la Feria del Libro de Salamanca presente: comienza este sábado y en el club hay ganas, muchas ganas; no vamos a perder la oportunidad de ver a los autores y asistir a sus presentaciones en la Plaza Mayor. Y nuestro pequeño homenaje se hace de un modo especial: en la próxima sesión cada una leerá el libro que elija de cualquiera de los autores que visitan la ciudad en estos días y la lista es amplia (Jesús Marchamalo, Julio Llamazares, Javier Reverte, Luis García Jambrina…). Yo me he decidido por Un otoño romano, libro de viajes en una de mis ciudades favoritas: en breve las impresiones.

Elena, una de las componentes, consiguió darnos envidia de la mala (en este club opinamos que la buena no existe) mientras nos contaba su experiencia del Día del Libro: lo pasó entre Madrid y Alcalá de Henares, así que disfrutó de muchas actividades de primera mano. La noche de los libros, museos, exposiciones, Cervantes y lecturas, muchas lecturas. Desde aquí quiero darle las gracias a todas las chicas de este club que comparten de un modo tan generoso aquello que nos entusiasma. Pero sigue dando envidia…

Belén no pudo resistirse el día 23 y se acercó a los puestos de libros resguardados de la lluvia bajo los soportales: de su pequeño botín nos recomendó La víspera de casi todo, de Víctor del Árbol. Le está gustando mucho así que lo añadimos a nuestra lista particular. Volvimos a recordar a Alejandro Palomas, que casi es un miembro más de estas pequeñas reuniones porque no hay sesión en la que no se le nombre, y siempre para bien. Su novela, Un perro, sigue de paseo entre nosotras, ya quedan pocas por leerlo y las impresiones son fabulosas.

Marta, durante la semana, nos habló de una de las octavas reales que escribió Miguel Hernández en Perito en lunas: toda una experiencia poética original y complicada, en la que se mezcla el juego y la genialidad en unos pocos versos. Tampoco hay que perdérselo.

Esta vez, en lugar de un poema, comenzamos con dos canciones: ambas tan conmovedoras que nos dejaron sin palabras. Supongo que el tema es muy duro, que a cualquiera le toca el corazón que le hablen del día que nuestro pequeño e imperfecto país se rompió en 198 pedazos. Ahí van los enlaces.

Canciones

Marwan, Jueves 7 36h

Luz, Ecos

Y después de todo esto llegó el turno de El corrector, de Ricardo Menéndez Salmón. El argumento es muy sencillo, no así la novela: nos narra en primera persona los pensamientos de un corrector durante el fatídico 11 de marzo que se vivió en España; mezcla la Historia con su historia, poco a poco y en los huecos que dejan las intervenciones televisivas de los políticos va desgranando detalles de su vida, tanto la personal como la profesional, mientras recibe la llamada de un amigo que reside en Madrid. Aunque ahora se dedique exclusivamente a la corrección, el protagonista, Vladimir, también fue un escritor fugaz y tiene la oportunidad de reeditar una de sus novelas. Convive con su esposa, una mujer muy particular que se dedica a restaurar obras de arte con la que mantiene una relación que nos ha parecido complicada.

Ha provocado desconcierto, resulta incisiva, sincera, agresiva en ocasiones. Nos recuerda cómo, doce años después, hay cosas que no han cambiado nada: la mentira de los que nos gobiernan o nos desgobiernan, traída al momento actual, unida al desencanto y la rabia, produce las mismas sensaciones de decepción de entonces. Es más, en la página 52 hay un pasaje que no puedo dejar de reproducir aquí: “Nadie desde que existen ágoras ha mentido tanto como los políticos. Cuando entre los griegos un político mentía se le imponía una vergonzosa pena: el ostracismo. Hoy, en el peor de los casos, se le pone un escaño, se le regala una alcaldía o se le adjudica un ministerio; es el código no escrito de nuestra meritocracia: miente y serás recompensado”.

Fue inevitable que todas nos pusiéramos a recordar cómo nos sentimos ese día fatídico, intentando localizar a quien conocíamos en Madrid, el miedo que se nos metió en los huesos hace doce años y que todavía no ha salido.

Pero volviendo al protagonista… ha provocado diferentes sensaciones entre las componentes de este club: en general nos ha parecido un personaje hipócrita, que esconde más de lo que muestra, incluso un hijo secreto, a pesar del amor que manifiesta tener por su esposa. Hay quien opina que no se puede concebir el amor con ese tipo de omisiones. En ocasiones resulta pretencioso, parece estar por encima del mundo, se considera poderoso por poder cambiar una novela que corrige, situándose por encima de los escritores. Él también fue escritor, y no explica por qué motivo abandona la profesión. A mí, personalmente, me ha costado empatizar con el personaje, es más, no lo he conseguido. Bajo mi punto de vista es muy cínico, prepotente, mentiroso por omisión, pero mentiroso, y más débil de lo que pretende aparentar.

También hemos hablado del personaje de Zoe, su mujer: no sabemos si ella conoce del secreto de Vladimir, es dura, incisiva y, en la opinión de algunas, poderosa. Cuesta creer que haya una relación pura de amor, como si la prioridad fuera la dependencia mutua.

Para definir la novela en una palabra surgieron hipocresía, crítica social, miedo, manipulación de los medios de comunicación y de los personajes, mentira y dependencia. A pesar del desapego hay dos importantes sentimientos soterrados que se aúnan al final: el amor y la fragilidad.

En definitiva, una obra compleja por su lenguaje y tono filosófico, con personajes peculiares situados en un contexto doloroso. Y una sesión fabulosa, que dio muchísimo de sí, en la que no dejamos títere con cabeza, con opiniones diversas que han enriquecido, sin duda alguna, la lectura de la novela.

2 comentarios en “Club de lectura: El corrector

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