Club de lectura: Matar a un ruiseñor

María leyendoHa querido la casualidad que Harper Lee nos dejara el mismo día que en el club de lectura comentábamos Matar a un ruiseñor. Malditas casualidades.

Ya que es la primera reseña en la que hablo de este club creo que es una buena idea contar en qué consisten nuestras sesiones. Siempre comenzamos con las recomendaciones: lo que hemos leído en esa quincena que nos ha gustado, lo que hemos leído y ha sido terrible (y por lo tanto recomendamos no leerlo), los planes para las dos próximas semanas, si vamos a acudir a la presentación de algún libro, si en la televisión hay algo relacionado con la lectura. Resulta que la noche anterior, el jueves 18, el programa Ochéntame otra vez estuvo dedicado a los escritores más “televisivos” de los años ochenta: Francisco Umbral, Camilo José Cela, Fernando Arrabal… Y el sábado día 20 Jesús Carrasco fue el autor invitado de Página 2; prácticamente todas las integrantes de este club hemos leído Intemperie, su primera obra, y ya estamos con ganas de echarle el diente a la segunda, La tierra que pisamos.

Las recomendaciones de libros esta vez han sido variadas, incluyendo el cómic: las obras de Alfonso Zapico, sobre todo, La balada del norte, una historia que narra las revueltas asturianas del año 34. Este es el primer tomo y tendrá continuación. También suyos son Café Budapest y Dublinés. Por otro lado, Farándula, de Marta Sanz, no para de leerse y de recomendarse; además de ganar el Premio Herralde y de cosechar fabulosas opiniones de la crítica, también las está teniendo en este club.

Y entramos de lleno en la sesión. Antes de comenzar a comentar el libro leemos un poema relacionado con él. Normalmente son nuestras bibliotecarias las que se estrujan las meninges buscando el verso perfecto pero en esta ocasión ha sido María Jesús, una de nosotras. Y el poema elegido fue La muralla, de Nicolás Guillén; aunque habitualmente pedimos voluntaria para leerlo esta vez decidimos que lo mejor era escuchar la versión cantada de Ana Belén.

Nos propusimos a nosotras mismas un ejercicio para definir la novela en una sola palabra: el resultado fue variado, pero creo que todo lo que dijimos tenía en un modo u otro alguna relación. Palabras como integridad, honestidad, justicia, verdad, educación, relaciones humanas y paternofiliales fueron las que más sonaron y, bajo mi punto de vista, son las que definen una novela como Matar a un ruiseñor. Harper Lee lo escribió en 1961 y con él ganó el Premio Pulitzer; fue su primera y única novela hasta que el año pasado se publicó Ve y pon un centinela, pero la historia de esta publicación es algo más complicada y parece estar asociada a una labor de marketing antes que un deseo de la autora. En cuanto apareció se convirtió en un éxito y, debido a su amistad con Truman Capote (representado en el personaje de Dill en la novela), hubo voces que aseguraron que esa historia había sido escrita a cuatro manos y no a dos. Algunas de las que el viernes estábamos comentando este libro pensamos que si Matar a un ruiseñor hubiese estado escrita por un hombre tales voces no se habrían oído. Pero esa es otra historia y otra lucha.

A grandes rasgos, esta novela se centra en una pequeña población inventada situada en el sur de Alabama a mediados de los años treinta; la historia está narrada por la niña, Scout, que nos cuenta las peripecias que vive con su hermano mayor, Jem, y con su amigo Dill. Pero sin duda, si hay un personaje protagonista ese es Atticus Finch, el padre de Scout. Abogado de profesión, adora a sus hijos y se encarga de su educación de una manera exquisita, enseñándoles no solo a leer o a escribir sino inculcándoles valores que permanecerán con ellos para siempre. En la primera parte de la novela conocemos a los personajes principales, sus deseos, sus rutinas, su modo de divertirse y su mundo, que prácticamente se circunscribe a dos calles. La mayor aventura diaria que viven es pasar por delante de la casa de Boo, un personaje ausente que tendrá gran importancia en el desenlace de la trama. Ya en la segunda parte se aumenta el radio de acción y Atticus recibe la misión de defender en un juicio a Tom Robinson, un hombre negro acusado de agredir y violar a una muchacha.

No cuento más porque hay que leerlo, desde luego que hay que leerlo. Fue una de las novelas que nos gustó a todas y, aunque siempre disentimos en algunas cuestiones (es lo bueno de dialogar), estuvimos de acuerdo en que resulta inspiradora, deja un sensación de confianza en la raza humana, hace pensar que no todo está perdido.

En este caso, si el libro es recomendable, la película basada en el mismo no lo es menos: Gregory Peck ganó el Oscar en su papel de Atticus. Es difícil ponerle otra cara. Cuentan que la niña que interpretaba a su hija no perdió nunca la relación con el actor y lo llamó “Atticus” hasta el fin de sus días.

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3 comentarios en “Club de lectura: Matar a un ruiseñor

  1. Estupenda sesión la del pasado viernes. No puedo decir que sea la que mas me ha gustado, ya que hemos tenido muchas realmente estupendas. Pero me encantó el libro y la sesión. Da gusto reunirse para comentar un libro y que se aporten tantas perspectivas y tantos detalles del libro. Además tiene el complemento de una gran película.

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  2. Estupenda crónica!!!. La sesión fue buena, sí. A veces ocurre que cuando un libro ha gustado mucho a las lectoras, nos quedamos sin argumentos para comentarlo, no hay discusión ya que todas estamos de acuerdo. No fue el caso y realmente las dos horas que estuvimos reunidas disfrutamos de nuevo con el espíritu de las palabras de Harper Lee.

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